lunes, 28 de abril de 2014

Triste.

     Luego de un largo viaje a mi pueblo de origen donde pasé toda mi infancia, me sorprendí bastante, pues estaba todo destrozado, solitario, motivo por el cual me sentí un poco triste. Me pregunté que habría pasado.
     Me dirigí al centro del pueblo para preguntarle a alguien qué había pasado. Luego de unas horas, que parecieron infinitas, deambulando por todo el pueblo, encontré a una señora que a simple vista parecía bastante grande, de unos setenta años. Me acerqué y le pregunté si sabía qué había pasado con el pueblo. Éste solía ser tranquilo, con los niños corriendo de acá para allá, las señoras comentando entre sí los rumores que había por ahí, y demás. Luego de mirarme con un poco de asombro (supongo que era raro que alguien, aparte de ella, estuviera en el pueblo), me respondió:
  -Siéntate-me ordenó-, siéntate y te contaré.
Entonces, me senté en una silla que estaba a su lado.
  -Una señora empezó todo este rumor diciendo que algo malo iba a pasar y, como en todo pueblo pequeño, el rumor se fue esparciendo. Después, todos se empezaron a preocupar hasta el punto de que se fueron, solo quedamos mi familia y yo. Pronto nos iremos, triste pero cierto.
     Le agradecí a la señora y me despedí, empecé mi rumbo al coche que había alquilado para ir al aeropuerto. En el trayecto estuve pensando en lo que se fue convirtiendo la gente, creyendo cualquier cosa que escuchan o leen y huyendo del problema sin siquiera pensar una solución para resolverlo. Triste pero cierto.

                                                                                                             Magalí Santágata.